sábado, 22 de septiembre de 2012

Paciencia

Hola. Vaya, otra vez de vuelta, ¿verdad? Seguro que ya os habíais olvidado de mí, es normal.

La verdad es que me alegro de estar de vuelta, estas dos últimas semanas con este blog han sido frustrantes, sentarme delante del ordenador y no tener nada para escribir es una tortura que estoy seguro que muchos de vosotros conocéis. La inspiración no es algo que llegue fácilmente a la cabeza de uno,y menos si ese uno es tan desorganizado como yo. En fin, qué os voy a contar de mí que no sepáis, ¿cierto?

He sido un poco inútil, ¿sabéis? Pero por fin lo he entendido. He descubierto que la única manera de poder llevar esto adelante es poder contaros cosas a vosotros, cosas que quizá os hagan pensar, que quizás os hagan soñar, o que hagan simplemente que me odiéis como a otro idiota más. En cualquier caso, si quiero tener cosas que contaros, debo entender que la clave de ello es no centrarme tanto en escribir lo que vivo como en vivir lo que quiero escribir.

Quiero llegar aquí y contaros algo que me cambie la vida, quiero llegar aquí y decir que me equivoqué, que acerté, que me enamoré, que me desengañé, que lo hice todo, o que simplemente no hice nada.

No escribir lo que vivo, sino querer vivir lo que escribo. Y luego haceros llegar todo lo que siento en el mundo de la palabra, en el mundo en el que tú y yo mejor nos podamos entender, el mundo en el que os puedo contar quien soy, y quien quiero ser.

El mundo en el que comparto mi propia alma con vosotros, en el que os abro mi vida para que veáis que no estáis solos. Soy igual que vosotros, soy uno más

Y como otro más tengo mis inquietudes, no sé que me pasará mañana, ni pasado, ni al otro.
Tengo mis miedos, no sé si quedarme solo o con alguien, no sé lo que me deparará el futuro, no sé como me tratará la vida ni como la trataré yo a ella.

Pero de una cosa sí estoy seguro, paciencia. Paciencia para poder esperar a saber lo que me espera al final de cada túnel, de cada puente, de cada carretera, de cada escenario, de cada foco, de cada puerta, de cada ventana, de cada mar, de cada océano, de cada saludo, de cada mirada, de cada sonrisa, de cada corazón.

Pero soy sólo otro que está de paso, así que me armaré de paciencia y valor, de buenos amigos y enemigos, hasta que tenga que continuar este largo viaje solo, sin más compañía que algo de lo que dejé atrás. Mis propios recuerdos.

Pero mientras tanto solo os necesito a vosotros, un blog como este, y unas mentes abiertas dispuestas a escuchar y a sentir lo mismo que yo al escribir estas pocas líneas que me separan de vosotros.

Gracias, muchísimas gracias por el apoyo, por el cariño, por los consejos y por las innecesarias preocupaciones.

Quiero que sonriáis, que uséis vuestras sonrisas, que me dejéis daros la mía si es necesario, pero quiero veros sonreír. Por mi parte, os lo merecéis.

Gracias por vuestro tiempo y atención, y por haber compartido estos minutos conmigo. Se despide hasta más ver, el perro del vecino.

lunes, 10 de septiembre de 2012

A veces me pregunto...

A veces me pregunto si cada vez que me prometo algo merecería la pena gastar esa cantidad de saliva, o incluso de tiempo empleado en algo que sé que no voy a cumplir.
A veces me pregunto si vale de algo todo lo que hago por los demás o por mí mismo, cuando al fin y al cabo todo fracasa estrepitosamente a lo largo del tiempo.

Hay muchas cosas en mi vida que se han ido desmontando, personas que se han ido, personas que me apartaron, y personas que pensé que se merecían algo mejor que mi compañía en esta vida.
Hay tantas cosas que he hecho mal, otras tantas que haré peor, y siempre me preguntaré como puedo seguir sonriendo cada mañana sabiendo todo el mal que le he causado a muchas personas.

Todos, y digo todos, los que decís cosas buenas de mí por suerte no me conocéis demasiado, lo cual es algo que agradezco, pero a veces me gustaría que alguien simplemente llegara a mi vida, me conociera por completo, y luego no se marchara dejando un vacío.
Me gustaría que todo aquel al que intente ayudar le sirviese de algo, que aprendiese algo, pero la vida me ha demostrado que hay lecciones que no se pueden enseñar. Para bien o para mal.

La realidad tirana es que yo dejé de pintar algo aquí hace mucho, y que debería marcharme, y lo haré. Pero no sé donde ir todavía.

Un día desapareceré, me iré muy lejos de aquí y empezaré otra vida, ya que esta no me ha aportado más que momentos a olvidar, momentos que aunque no pueda librarme de ellos, espero remplazar en algún momento con otros nuevos. Más alegres, más felices, que no hagan daño a nadie.

Pero todavía tengo que decidir qué me llevo conmigo, el destino... hay muchas cosas para escoger. Pero mientras tanto, ¿por qué no me cuentas algo sobre ti?